dimarts, 9 de març del 2010


Inevitable

Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,
Y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
Cosida por tu mano.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos
Tu corazón y el mío naufragarán, quedando
Una mujer y un hombre gastados por los besos.

Miguel Hernández