Versos perversos
Cálmate, pues, Inés mía;
reposa aquí, y un momento
olvida de tu resentimiento
la triste cárcel sombría.
¡Ah! ¿No es cierto, Inés mi amor,
que en esta apartada orilla
más pura la independencia brilla
y se respira mejor?
Esta aura que resplandece llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla amena;
esa gente limpia y serena
que atraviesa sin temor
la sinrazón del traidor
que espera anhelante el día,
¿no es cierto, Inés mía,
que está respirando amor?
Esa armonía que el viento
recoge entre esos millares
de pequeños lugares,
que agita con vigoroso aliento;
ese dulcísimo acento
con que propone el señor
de sus escaños morador,
llamando al cercano día,
¿no es verdad, ciudadana mía,
que están respirando amor?
Moltes gràcies Zorrilla
Moltes gràcies Zorrilla
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