diumenge, 8 de desembre del 2013

Comissaria de Via Laietana, Barcelona 

«Ésta es nuestra policía», cridaven “els constitucionals espanyols” al seu pas per la comissaria de Via Laietana. 

Extracte de: Testimonios de mujeres en las cárceles franquistas, de Tomasa Cuevas.

La tortura en Via Laietana 

“Una noche –mejor dicho, una madrugada me subieron a los despachos y empezaron de nuevo con los interrogatorios. (…) Aquella madrugada que me subieron con la firme proposición de saber lo que hacía y dónde iba los sábados y domingos fue algo serio. Me dieron tantos palos que, desde luego, bien puedo decir que quedé para toda mi vida señalada. Polo me arrinconó contra una pared y empezó a golpearme. En uno de esos golpes me dio con la cabeza contra un muro y sentí un dolor tremendo en la nuca que pensé desmayarme; el dolor me había recorrido toda la columna vertebral y mi respiración se hacía difícil. Oí como entre sueños que decían: “Se va a desmayar y tenemos que evitarlo”. Me cogieron por los hombros y me sentaron en una silla, Creix, apoyando sus manos en el respaldo de la silla donde estaba yo sentada, puso sus pies sobre los míos y el dolor de la columna se juntó con el dolor tan terrible de todo el peso de ese monstruo asesino, Antonio Creix, sobre las uñas de mis pies. Esto me hizo reaccionar. Yo perdía el conocimiento y sabía que tenía que decir no a todo.