divendres, 29 d’octubre del 2010

Un placebo haberte conocido

Aun recuerdo, como si fuera ayer, aquel lejano día en que te conocí y la agradable sensación de bienestar que me produjiste. Ha llovido mucho desde entonces y, justamente, aquellas lluvias han acabado por traer estos lodos. Que no eras agua clara ya lo intuyó my wife, una verdadera autoridad en psicopatías subyacentes, y que, en contra de mi excitado optimismo, me predijo tu lado más oscuro y tu irremediable camino hacia la bipolaridad. Que acabarías siendo veneno para la taquilla, poco lo podíamos intuir, ni siquiera yo; solo los iluminados, los tocados por la gracia divina, los clarividentes y algún que otro genio podía prever un resultado tan escandalosamente aciago. Que no estés diagnosticado no excluye que tengas todos los síntomas. Que tu apariencia sea normal no presupone absolutamente nada, ni resuelve el más absurdo de los enigmas. El lodo en el que te has convertido es puro fango, fango de tan baja calidad que no sirve ni para hacer una sencilla y humilde vasija. La vida no es justa y me tendré que ir acostumbrando a ello. Las apariencias siguen engañando para cumplir con su cometido orgánico y lo que creí, en su momento, un potente y eficaz analgésico, ha resultado ser un decepcionante y vulgar placebo.

Notas del autor:

Este escrito es simplemente un ejercicio de estilo, cualquier parecido o coincidencia con la realidad es pura casualidad.

Está escrito en español en memoria de mi abuelo materno.

El color azul de la letra no presupone un origen noble del autor.

Este escrito se ha publicado en viernes porque es un día señalado para los musulmanes.

Y, finalmente, este escrito tiene doscientas ochenta y nueve palabras porque no se me han ocurrido más.