Cama que no has de hacer déjala correr
Ha llegado el momento en el que nuestros caminos deben separarse. No puedo seguir por más tiempo haciendo ver que no pasa nada, que nos seguimos queriendo como antes, como el primer día. No se me da bien fingir y tú lo sabes. Ya no puedo retener mis impulsos y serte fiel. Ya no puedo estar en sintonía y serte útil y serte próximo. Todo ha acabado irremediablemente. No puedo doblegar mi propia naturaleza para mantener las apariencias. Soy frágil. Soy voluble e inconstante. Soy egoísta y faldero. Mezquino de bofetada. Me muero por besar otros labios y otros y otros y otros… Me cansa la rutina. Y aunque te quiero, me cansas. O no te quiero y me cansas. Quiero alejarme de ti. Olvidarte. Encontrar la paz en otros brazos después de traicionarte. Y olvidarte y que me olvides. Ser solo un recuerdo, un mal recuerdo si me apuras, que no tardaras en negar. Me duele no haber estado a tu altura. Haberte defraudado. Reconozco haber aportado poco, muy poco a nuestra relación. Con mucho, y siendo generoso, me he limitado a “hacerte la cama”, en una muestra clara de mi bajeza moral. Pero tú siempre me lo has perdonado. Siempre has estado indulgente con mis debilidades y miserias. Y eso aun me duele más. Eres casi perfecta. De una perfección insufrible que agudiza mis defectos y los expone a los cuatro vientos. Me marcho para buscar a otra. Para traicionar a otra.